En la vida espiritual matrimonial todo queda por hacer, el amor conyugal es un largo camino de continua renovación.
La pareja no se establece de una vez por todas; tiene su estilo y siempre está en crecimiento. Quien dice crecimiento, dice aprendizaje, experiencia. Por eso las crisis de la pareja pueden verse como oportunidades de crecimiento.
La oración también está en crecimiento y, como la pareja, tiene sus crisis y sus travesías. Sin embargo, una pareja que ora avanza hacia la felicidad.
Tarde o temprano toda pareja debe afrontar estas preguntas que la orientan: ¿qué nos hace vivir como pareja? ¿Cuál es nuestro estilo de vida interior y exterior que nos permite ser más humanos? Corno cristianos.
¿Cuál es nuestra relación con Cristo? ¿Qué clase de fe queremos transmitir a nuestro hijo o nuestros hijos? ¿Cuál es nuestra espiritualidad y nuestra oración?.
En una palabra, ¿qué pareja formamos con Dios? ¿Una pareja-fusión, en la que esperarnos todo de Dios sin hacer nada?
¿Una pareja com-plementariedad, en la que Él está solamente para cubrir nuestras faltas? ¿Una pareja-alteridad, en la que nos comunicamos con un Dios que respeta nuestra libertad y nos invita a construir un mundo de paz.
Plantear estos interrogantes, es comprometerse en los caminos de la búsqueda espiritual, de la búsqueda de sentido, de la oración. Es verdad que la fe cristiana no es vivida por todas las parejas, incluso si el asunto de la fe reaparece cuando los niños llegan, sobre todo a causa de la iniciación sacramental ¡bautismo, primera comunión, sacramento del perdón, confirmación).
Y puede suceder, luego, que haya un cónyuge que no comparta la misma fe del otro. Volveré sobre esto en e! próximo capítulo.
Voy a hablar, en primer lugar, de la espiritualidad conyuga!, reflexionando sobre el puesto de la fe, de la esperanza y del amor en la pareja. Estas virtudes teologales hacen que la pareja, a la luz del Evangelio, se comprometa en el servicio del mundo y de la familia para transformarlos desde adentro.
¿Qué es la vida espiritual conyugal?
La espiritualidad, en el sentido amplio de la palabra, es sinónimo de vida, espíritu, aliento, plenitud, interioridad.
Además podemos añadir a la espiritualidad cristiana:
Compromiso, amor, salvación, Cristo, oración. Así que cuando nos preguntamos ¿que es la vida espiritual de una persona? podemos decir:
Del latín spíritus, la espiritualidad cristiana evoca la relación con la tercera de las personas divinas, el Espíritu Santo.
El estilo de vida que proviene de ella debe conformarse con la vida del Espíritu, recibido en el bautismo y dado luego de la resurrección de Cristo.
La vida espiritual de una persona es el arte de vivir el Evangelio en lo cotidiano, ya se encuentre uno solo, en pareja o en familia.
Para vivir el Evangelio en el Espíritu, se necesita la fe, la esperanza y el amor. Esto es lo que llamamos las virtudes teologales, las cuales nos son dadas por Dios, dichas virtudes nos hacen participar en la vida misma de Dios.
Son el fundamento de toda espiritualidad cristiana y de toda vida de oración. Palpamos a Dios y nos dejamos tocar por los actos de fe, de esperanza y de amor.
Este es el verdadero significado de vida espiritual.
La oración es el hábitat natural en el cual se expresan y se desarrollan estas virtudes. Veamos un ejemplo de oración teologal:
«Señor Jesús, yo creo en ti. Tú estás presente en lo más profundo de mi alma, lo mismo que en la de mi esposa y en la de mis hijos. Espero tu venida. Tú nos has prometido la vida eterna con el Padre y el Espíritu. Que venga a nosotros tu reino, a todas las parejas y familias. Te amo, Señor. Que tu Espíritu se apodere de mí para que yo viva el Evangelio día tras día, Gracias por tu amor misericordioso que me da la fuerza de amar a mí esposa y a mis hijos como tú los amas».
La espiritualidad cristiana se encarna en cada estado de vida
pareja, vida religiosa, celibato. . Hay un modo de encarnar las virtudes teologales y una manera de ofrecer su ser a Dios que son específicos de la vida conyugal y que llevan a la santidad.
La sexualidad, por ejemplo, es vivida en su triple dimensión relacional, erótica y fecunda. El Concilio Vaticano II invita a los esposos, creados a imagen del Dios vivo, a estar unidos «en un mismo afecto, en un mismo pensamiento y en una mutua santidad».
Por la gracia propia del sacramento del matrimonio, ellos perfeccionan su amor en Cristo que les da la fuerza de perdonar y de seguirlo hasta la cruz y la resurrección. ¡Cuan grande es la pareja cristiana!, escribe Tertuliano, autor cristiano quien murió hacia el año 225:
¡Qué pareja la de dos cristianos, unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo Padre, siervos de un mismo Señor; nada los separa ni en la carne ni en el espíritu; por el contrario, son verdaderamente dos en una sola carne. Allí donde la carne es una, el espíritu también es uno.
Vida Espiritual, Ejemplos mal comprendidos
El amor vivido en pareja puede ser, pues, un camino de santidad Y, sin embargo, con frecuencia apareció en el pasado como una forma inferior de existencia cristiana.
Fueron muy pocos los esposos canonizados por la iglesia. Se sometió el matrimonio, la pareja y la familia a la espiritualidad monástica y clerical.
¿Por qué? Principalmente por el miedo al placer, a la sexualidad y al cuerpo. No se había comprendido que los esposos se elevan hacia Dios en la unión de sus cuerpos y de sus almas, y que su amor tiende a Él. Así, «los dos no serán más que una sola carne» (Génesis 2:24), porque, aunque sean diferentes, son de una misma naturaleza humana creada por Dios, fuente de todo amor.
El amor conyugal reconoce el deseo del otro y de sus límites, acepta las crisis y las falencias, no utiliza al otro como un medio para llegar a sus fines.
Sólo en el siglo XX se comienza a elaborar una espiritualidad conyugal y familiar, gracias sobre todo a la toma de conciencia de la existencia cristiana laical que no está separada del mundo, sino en el mundo.
El Concilio Vaticano II ha enfatizado en que los laicos consagran el mundo a Dios, dando a Éste un culto de adoración por su vida.
Cuando se habla de vida espiritual conyugal como proyecto de vida, se hace referencia a una espiritualidad laical, es decir, una espiritualidad encarnada en las realidades terrenas (el matrimonio, la familia, la escuela, el trabajo, la política, el mundo económico, social y cultural, las diversiones, los medios de comunicación masiva).
La fe, la esperanza y la caridad colman la espiritualidad conyugal de valores específicos como la confianza, la fidelidad y el perdón.
Este debe ser nuestro reto cristiano, llevar una vida espiritual y emocional como proyecto de vida.