Con las tentaciones de Jesús en el desierto se da inicio la Cuaresma, esta es uno de los tiempos litúrgicos más determinantes de la vida cristiana porque nos prepara para celebrar la Pascua: es decir, la muerte y la resurrección del Señor.
Alguna vez hemos oído que se llama “cuaresma” porque recuerda el número cuarenta, los cuarenta años del pueblo en el desierto antes de entrar en la tierra prometida y gustar definitivamente la liberación de Egipto; o bien los cuarenta días en que Jesús se nos presenta en el desierto preparándose, como el pueblo, para su gran misión.

Jesús es llevado por el Espíritu al desierto
Justamente el Espíritu conduce a Jesús al desierto para enfrentar un gran combate; va a asumir su vocación de Mesías con toda su plenitud humana. Jesús vive la experiencia religiosa en una forma de espiritualidad extrema.
Muchos hombres religiosos se han sentido llamados al silencio de modo que su espíritu se expanda en una relación con Dios, sin que nada distraiga esa tensión.
Las tentaciones de Jesús en el desierto tipifica este lugar apartado de silencio pero a la vez de gran prueba.
Muchos han experimentado el ayuno como una forma de purificación en que el cuerpo extingue sus pulsiones para que el espíritu emerja. En el antiguo hinduismo era frecuente esa acción, como también en el budismo aunque sin llegar a tanto extremo.
Siempre han existido eremitas, en todas las culturas religiosas. Cristo asume la espiritualidad religiosa de los más religiosos de los hombres.
Qué nos enseña las tentaciones de Jesús en el desierto
Evangelio: Lucas (4,1-13) La lectura del evangelio de Lucas nos expone el relato de las tentaciones, una de las narraciones más expresivas, aunque no exenta de dificultades.
Podemos resumir así el significado del evangelio: Jesús afronta tres tentaciones. Esto viene de la tradición.
No es que el número tres sea determinante y no se explica solamente recurriendo al pueblo en el desierto, aunque es posible que esa es la inspiración de este relato.
Pero en definitiva son el simbolismo de toda la lucha entre el bien y el mal, entre la elección de uno mismo y la opción por Dios. Todas las tentaciones tienen como objetivo, en definitiva, romper la “comunión” con Dios.
Esa era justamente la intención de las tentaciones de Jesús en el desierto, el enemigo de Dios quería que Jesús rompiera la comunión con su Padre.
Cómo superar las tentaciones (Vídeo)
Propósito de las tentaciones
Las tentaciones de Jesús en el desierto siguen tres patrones que son comunes para todos los hombres:
La primera tentación tiene que ver con los deseos de la carne (Mateo 4:3-4), lo cual incluye toda clase de deseos físicos. Nuestro Señor estaba hambriento, y el diablo lo tentó a convertir las piedras en panes, pero Él respondió citando Deuteronomio 8:3.
La segunda tentación fue concerniente al orgullo de la vida (Mateo 4:5-7), y aquí el diablo trató de usar un pasaje de la Escritura contra Él (Salmo 91:11-2) pero el Señor nuevamente respondió con la Escritura de manera opuesta (Deuteronomio 6:16), declarando que sería un error que Él abusara de Sus propios poderes.
La tercera tentación es respecto al deseo de los ojos (Mateo 4:8-10), y si hubiera una ruta rápida por la que el Mesías pudiera cumplir su misión evitando la pasión y crucifixión para lo que Él originalmente vino, sería ésta.
La respuesta de Jesús
El diablo ya tenía control sobre los reinos del mundo (Efesios 2:2), pero estaba listo para cederle todo a Cristo a cambio de Su lealtad.
El solo pensarlo casi causa que la divina naturaleza del Señor se estremeciera, y Él contesta bruscamente, “AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y SOLO A ÉL SERVIRÁS.” (Mateo 4:10; Deuteronomio 6:13).
Hay muchas tentaciones en las que caemos porque nuestra carne es débil por naturaleza, pero “fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.” (1 Corintios 10:13).
Por tanto podemos obtener la victoria y agradecerle a Dios por librarnos de la tentación. La experiencia de Jesús en el desierto, nos ayuda a ver estas tentaciones comunes que nos impiden servirle a Dios eficazmente.
Más aún, de las respuestas de Jesús a las tentaciones, aprendemos exactamente cómo debemos responder – con la Escritura.
Todo lo malo nos acecha en forma de tentaciones, cada una de ellas están compuestas de estas 3 cosas: la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia (1 Juan 2:16).
La única manera de combatir estas tentaciones es llenándonos de la vida de Dios, combatiendo las tentaciones con la espada que del Espíritu Santo que es la palabra de Dios (Efesios 6:17).