Fe en la Oración Conyugal

Considero que la fe en la oración es vital en la vida cristiana, pues es el canal que nos une con Dios. Hoy en reflexiones católicas hablaremos de la Fe y confianza.

Antes de ser una virtud teologal, la fe cristiana es una virtud natural que se manifiesta en la confianza.

Por ejemplo Natalia confía en Mateo porque ella cree en él. Mateo, al saberse amado por Natalia, acrecienta su confianza en sí mismo. Las dudas acerca de sus capacidades se disipan progresivamente.

El amor duradero en una pareja se construye en el cimiento de la confianza que es fe en el otro. Esta confianza va a repercutir en los hijos y los va a abrir al mundo exterior.

Fe en la Oración
Fe en la Oración

Ejemplo de Fe y confianza en Dios

Un acróbata se prepara para atravesar las cataratas del Niágara sobre un cable de hierro. El público tiene confianza en él: está seguro de que lo logrará. Luego de haber cumplido con el reto, el acróbata pregunta al público:

¿creen que yo pueda volverlo hacer con los ojos vendados?
-Sí-responde la multitud.
-Entonces, ¿quién quiere montarse sobre mis espaldas? Sólo se escucha el ruido del agua. De pronto, una voz rompo el silencio:
-Yo, yo lo haré -dice un niñito. La gente io deja pasar.
-¿Sabes lo que haces? ¿No tienes miedo? le pregunta un asistente
-Claro que no, es mi papá.

Esta es la confianza filial que permite todas las audacias.
La oración de la fe cristiana hecha con confianza nos permite ser audaces porque Dios nos guía siempre.

Lo mismo pasa con la oración que se vive en medio de las preocupaciones más diversas. Tenemos a veces la impresión de atravesar nuestra vida de pareja sobre un cable, con los ojos vendados, con el miedo a flor de piel.

Nos olvidamos que la oración de fe del cristiano tiene respuesta, Dios vela sobre nosotros como el más tierno de los padres, que Él nos lleva sobre sus espaldas. Podemos pedirle todo con entera confianza:

La fe en la oración es también una virtud teologal

La historia bíblica, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, nos presenta a un Dios que supera al ser humano, que nos espera, como lo sugiere este extracto de una oración del poeta Patricio de la Tour du Pin:

No solo a mis palabras, sino que a mí es quien tú escuchas, soy yo, tu palabra, a quien yo retorno: antes de hablar, yo ya había sido pronunciado.

La fe teologal permite ante todo ser pronunciado, ser conocido, ser visto, ser tomado por este Dios que tiene fe en nosotros, que espera en nosotros, que nos ama mucho antes de que tengamos fe en Él, el cual espera que confiemos en Él. que lo amemos.

Todos los sentimientos que debemos tener hacia Dios, es Él quien ha comenzado a tenerlos con nosotros… Y todo lo que debemos tener por Dios, es Él quien comienza a tenerlo hacia nosotros.

La fe teologal es ante todo una palabra que Dios dirige a la persona que la escucha para ponerla en práctica.

Nuestro Dios habla. Él arde en deseos de pronunciarse, de comunicarse. Él es de tal modo relación que son tres personas en una: Padre, Hijo y Espíritu.

Nosotros le respondemos por medio de la oración que renueva nuestra confianza en su amor en las circunstancias comunes de la vida, en la oficina o en el taller, en casa o en la calle, al responder al teléfono o al tomar algún medio de transporte. Así, caminamos por la vida con Dios como apoyo.

La fe conyugal y teologal no es una opinión que cambia con las modas, sino una convicción profunda. Es la respuesta libre a una palabra dada, que viene de Dios o del cónyuge, que nos crea como persona responsable y nos inserta en una alianza eterna.

Abrahán sigue siendo el modelo del creyente que lo arriesgó todo al decir sí a una palabra de Dios. Esta respuesta no impide la duda, que es algo así como el respaldo de la fe. La fe entre los esposos, que está continuamente en movimiento, se experimenta en los tiempos de duda.

Es entonces cuando la oración se vuelve vital, ya que ésta esclarece la fe desde el interior y nos enfoca nuevamente en Cristo que nos propone siempre su alianza eterna.

Esperanza y fidelidad ofrenda viva a Dios

Si la fe es don y encuentro, la esperanza es deseo y camino. Es una aventura que se vive en el tiempo, algo así como la fidelidad conyugal.

El itinerario es diferente para cada pareja, pero tarde o temprano una voz invita a tomar libremente el riesgo de la fidelidad. “Yo te prometo fidelidad porque espero espero en tí”.

Es importante entonces practicar con devoción la oración de la fe y esperanza, para que Dios siempre viva en los corazones de los cónyuges.

Para Julia y Pablo, la fidelidad es la ofrenda de su presencia, pase lo que pase. Es un porvenir que se debe inventar, un camino que hay que recorrer cada día, un proyecto que exige paciencia para realizarlo plenamente, ya que no se nace fiel, sino que uno se hace tal.

Dicha fidelidad se describe como un amor recíproco a largo plazo. La pareja pasa del “yo” del romance y de la lucha por el poder a la aceptación del otro y al “nosotros” creador del compromiso.

Julia y Pablo viven la fidelidad en la esperanza. Esta esperanza tiene consecuencias concretas para su espiritualidad.

La fe en la oración nos da fortaleza para seguir adelante en la lucha, al mismo tiempo esperanza.

Les permite compartir sus alegrías y dificultades, vivir el afecto en profundidad y en la renuncia que implica la vida común. Cuando Julia dice; “Creo en ti”, o cuando Pablo le dice: “Te amo”, ellos se abren a la esperanza.

Esta esperanza es la virtud natural del hombre y de la mujer que están en camino.

Se eleva a virtud teologal cuando el ser en camino sabe que pertenece a una historia sagrada que desemboca en una salvación eterna, que no existe en el mundo natural.

La pareja vive así una alianza a toda prueba, aun más allá de la muerte. Dios esta siempre aquí para nosotros, y su amor es suficiente.

La tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Romanos 5:5).

La pareja que vive la esperanza cristiana no se deja llevar por el exceso de consumo. Espera a que los tiempos se abran a la gratitud de las relaciones y a la calidad de la vida.

Pone así en tela de juicio la sociedad de consumo que hace demasiado énfasis en la eficacia (hay que tener éxito cueste lo que cueste), la rentabilidad (se necesita que esto valga la pena), la actuación (se debe ser el mejor), la acumulación de bienes (es preciso poseer siempre más y más).

Desarrollar un estilo de vida de acuerdo con el Evangelio, es dejar el lugar para las relaciones fundamentales que son las que existen entre los esposos y entre padres e hijos.

Es también privilegiar la relación con Dios que se manifiesta en la oración, es por ello que los esposos deben siempre practicar la
Oración de fe y confianza en Dios.

Él siempre nos está respondiendo a nuestra necesidad absoluta, de gratuidad, de silencio y de esperanza.

No anden, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso.

Busquen primero su reino y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura.


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