La vida de una familia cristiana es una marcha sinuosa en el clarouscuro de lo cotidiano, en la cadencia de la fe, de la esperanza y del amor. Recordemos que en la vida espiritual estas virtudes teologales están en el centro de la espiritualidad conyugal. Lo están igualmente en toda espiritualidad familiar.
Quisiera subrayar que la familia cristiana es una comunidad en crecimiento , un lugar teológico y de evangelización. Iglesia doméstica, es también un lugar de despertar al deseo y a la fe, en el que cada uno de los miembros puede seguir un pequeño camino de santidad en lo cotidiano basado en la confianza, en el abandono y en la acogida al más pequeño.
La familia espiritual es una comunidad en crecimiento
Se puede definir la familia como una sociedad de intercambio en la que los padres y lo hijos interactúan. Se trata de un lugar cotidiano común, de los pequeños gestos repetitivos que tejen la trama de nuestra humanidad. En otras palabras, es un sistema de relaciones más o menos durables que influyen en cada uno de los miembros. La oración es parte de la familia cristiana en donde se funda la gratuidad y el don.
Esta definición bastante amplia comprende a todas las familias, ya sean tradicionales, monoparentales o reconstituidas. A raíz de la 70 sesión de las Semanas Sociales de Francia, que se llevó a cabo en 1955, se define también la familia como «una sociedad en miniatura en la que se tejen los lazos del amor del otro y en la que se concretizan en fidelidad, solidaridad y perdón».
La familia, lugar dinámico de crecimiento e interacciones cotidianas, vive de pasos, de cambios. Abierta ante un medio comunitario, es de alguna manera una unidad de base fundamental de la sociedad y la iglesia.
Campos de acción de la familia cristiana espiritual
Se inserta en otras redes de solidaridad como las parroquias, los movimientos sociales, las actividades caritativas y deportivas. Lo que ella vive se refleja en la sociedad, y lo que ésta vive influye también en la familia. Al ser un cuerpo social en evolución, la familia puede ser el lugar en el que se acoge al otro en su fragilidad y debilidad, el lugar donde está bien, que se viva en la escucha, en el respeto y en el perdón.
El ideal evangélico invita a ello de manera muy especial. Aunque los hijos no hayan escogido estar ahí, pueden vivir autónomos y felices, mientras llevan a cabo sus propios aprendizajes. Por el contrario, la falta de amor provoca de manera probable una gran inseguridad en el hijo. La familia puede así volverse el lugar de todas las violencias.
A pesar de todo, la familia sigue siendo la primera escuela de vida y de amor, el lugar por excelencia de humanización donde se aprende a decir «buenos días» y «gracias». Hay un ir y venir constante de amor, un movimiento desde adentro hacia afuera, una complicidad entre los miembros que hace que la familia exista.
Y aveces Cristo es acogido ahí en el primer lugar, sobre todo cuando se ha
realizado un retiro espiritual familiar. Él acompaña a su manera a los padres y a los hijos en su misión de amor, sufriendo y riendo con ellos.
3 Aspectos de la familia espiritual
Tres aspectos caracterizan a la familia cristiana. Es un lugar teológico en el que Dios Padre se revela en su hijo e invita cada uno a la santidad. El Dios creador continúa su obra en la paternidad y la maternidad humana. La familia es también una iglesia doméstica en la que Cristo se comunica en lo concreto de las realidades terrestres.
El Hijo salvador continúa su redención a través de los límites de toda familia. Finalmente, la familia cristiana es un lugar de evangelización en el que el testimonio de la fe puede ser compartido como un deseo de vivir. El Espíritu santificador continúa su Pentecostés al construir la comunión entre los esposos y los hijos.
La familia ya no es un modelo de algo , sino imagen de alguien, de un Dios revelado en su Hijo Jesús, un Dios que resucita a los muertos por el poder de su Espíritu. La novedad de este Dios-Trinidad, este Dios-Familia, supera a todas las formas de existencias familiares.
Cómo se compone la familia cristiana
Según los textos del magisterio de la Iglesia, la familia cristiana está compuesta por un hombre, una mujer, uno o varios hijos, unidos en el matrimonio-sacramento, que, al crecer en la fe, la esperanza y la caridad, da testimonio del amor de Cristo al mundo.
Este modelo de familia conlleva los grandes símbolos que describen las relaciones del ser humano con Dios. A este modelo de familia se dirigen espontáneamente las expresiones siguientes: «iglesia doméstica», «analogía e ícono de la trinidad», «familia de Dios» (Efesios 2,19), al lado de una iglesia «pueblo de Dios» y «cuerpo de Cristo».
La iglesia no es solamente una construcción en la que uno se reúne para celebrar su fe. Ella está ahí donde los bautizados creen en Cristo. ¿se podría pensar que esta comunidad de creyentes no está solamente en la Iglesia, sino también en la casa, llamada «iglesia doméstica » porque ella revela a la iglesia en su naturaleza profunda que es comunión y familia, comunidad de gracia y de oración? Para el papa Pablo VI, la familia es «un espacio en el cual el Evangelio es transmitido y desde donde irradia el Evangelio».
El seno, pues, de una familia consciente de esta misión, todo los miembros de la familia evangelizan y son evangelizados. Los padres no solamente comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden recibir de ellos este Evangelio vivido profundamente. Y una familia así se hace evangelizadora de muchas otras familias y del medio en el cual ella se inserta.
La Familia Cristiana y los valores
La familia cristiana es a menudo el primer lugar de la transmisión y la formación de la fe, del primer despertar a los valores morales y espirituales. Este entendimiento de la fe viene de la vivencia familiar y no de datos abstractos.
La familia no enseña la fe, ella forma y educa creyentes. No es una escuela, sino un ambiente de vida. La fe vivida en familia es búsqueda de sentido, de marcha, de proyecto, de libre elección y de encuentro con Cristo. Ésta se desarrolla al interior mismo de la dinámica familiar en la que se llevan a cabo las experiencias y las interpelaciones más fundamentales de toda vida humana.
Es el lugar por excelencia en el que la búsqueda de sentido de la vida es posible, un lugar en el cual el padre y el hijo se superen y oren, en el seguimiento de Cristo.
El asunto de la transmisión o de la educación de la fe en el medio familiar nos remite a nosotros mismos. El anuncio de la fe en la familia es una cuestión de atmósferas y de experiencias. Hay transmisión de la fe si los padres son testigos de la fe, si el evangelio se realiza en la vida concreta.
Los hijos se dan cuenta inmediatamente cuando los padres hablan del amor y del perdón sin vivirlos. La familia es lugar de evangelización por medio del ejemplo.
La fe cristiana en la familia se expresa a través de las palabras
y de los gestos cotidianos, de los momentos de escucha y de presencia, de las oraciones y de las liturgias familiares.
La familia transmite el deseo más que ninguna otra cosa. Cuando reconocemos ante el hijo que nos hemos equivocado, lo disponemos al perdón.
Si declaramos nuestra imperfección invitamos a nuestros hijos a la humildad. Eventualmente cuando oramos ante él y con él se le sugiere el llamado a la interioridad.
Cuando damos explicaciones les enseñamos a ser sincero. Dando testimonio de amor conyugal les enseñamos a amar. Al amar al niño y al adolescente por lo que son, los preparamos a la autonomía y a la estima de sí. Al transmitirle lo que nos hace vivir, preparamos al hijo a encontrar aquello que lo haga vivir.
Edificante reflexión. Gracias. Me es útil para mis reuniones de pequeña comunidad. Parroquia de San Pablo Apóstol, San Marcos, Guatemala.